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Israel es un país imponente y lleno de lugares que hipnotizan a todo el mundo que lo visita. Un país lleno de historia que te hace viajar a un pasado sacado de libros religiosos y pasajes de batallas que han influido y marcado a todo el mundo.
Es un país que dentro de su gran complejidad política y territorial produce una atracción hipnótica que no deja indiferente a nadie. En este texto queremos hablaros de nuestra experiencia visitando dos lugares muy distintos pero unidos por un mismo espacio. Dos lugares de gran importancia cada uno en su entorno histórico o natural.
Si alguna vez vais a Israel no podéis dejar de visitar las ruinas del Castillo de Masada.
Atravesando el impresionante desierto de Judea, uno puede ver por la ventanilla del coche ese espacio árido salpicado por algunas palmeras cargadas de dátiles que luego se toman con el café. Un desierto donde el calor rezuma entre el polvo de la arena y que regala un paisaje que resulta atrayente. Uno no ve dunas de arena. Su suelo es fuerte y compacto como su sociedad. Un desierto distinto al habitual y que por eso hace que uno dentro de ese paisaje casi lunar; sienta que está viendo algo especial.
Los kilómetros avanzan y salvo algún puesto fronterizo, algunas viviendas y ciertos lugares de venta ambulante; uno no se cruza con nada más.
Pero de repente aparece el cartel que informa que se llega al Palacio de Masada. Una construcción que se encuentra a 700 metros de altura sobre el nivel del Mar Muerto y que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001.
El coche comienza a subir a través de curvas empinadas y en cierto modo un poco cerradas, y a través de la ventanilla se empieza a tener una perspectiva más amplia de la magnitud del desierto; mientras al fondo se vislumbra el increíble Mar Muerto.
Al llegar al centro donde comprar las entradas (precio entre 25 y 55 NIS) hay que esperar para acceder al teleférico que nos lleva a lo más alto. 3 minutos de trayecto a través de un grueso cable de acero nos ofrece unas vistas increíbles mientras el vuelo de los pájaros se queda abajo.
En este Palacio se vivió uno de los hechos bélicos más dramáticos de la humanidad. El palacio fue construido en el 40 a.C. para que Herodes se defendiera de los judíos y de Cleopatra. Sufrió diversos ataques, pero no fue hasta el 70 d.C. cuando los judíos se rebelaron contra los romanos y consiguieron acceder al palacio. Entonces el Imperio Romano decidió contraatacar e intentaron recuperar el palacio, pero les resultó imposible porque las defensas eran infranqueables.
Pero una tarde ya a última hora los romanos abrieron una brecha en las murallas. Al ser muy tarde decidieron entrar en el palacio al día siguiente. En el interior cientos de personas sabían cuál iba a ser su destino al alba, así que lo jefes de las 10 familias tomaron una decisión después de hablar con todos; y fue que matarían a todo el mundo (incluyendo mujeres y niños). Tras asesinar a todas las personas; los 10 jefes se sortearon quién sería el elegido para matar a los otros 9 y luego suicidarse (ya que el suicidio está prohibido en la religión).
Cuando los romanos entraron al día siguiente encontraron a todo el mundo muerto y el palacio destruido. Solo sobrevivieron 7 personas que no pertenecían a ninguna familia y por eso la historia fue contada.
Mientras uno pasea por esas ruinas puede ser testigo de la desgracia vivida y de lo avanzados que estaban en esos lugares.
Se observan piedras que se mimetizan con el lugar y que son testigos del dolor vivido en esos últimos días; pero también de las alegrías en su época dorada. Se trata de un palacio ubicado en un enclave único que es un ejemplo perfecto de la fusión de la naturaleza con el trabajo humano. Tras ser testigo en un mismo lugar del poder y la crueldad del ser humano; uno toma nuevamente el coche para dirigirse al punto más bajo de la Tierra: el Mar Muerto.
Se trata de un lugar que parece sacado de otro planeta que se encuentra a 400 metros por debajo del nivel del mar y tiene su origen hace 5 millones de años cuando el subcontinente de la India chocó contra Asia, e hizo surgir el Himalaya. Este impacto creó una grieta que partió Asia y Europa.
Un lugar mágico y único en el mundo donde, debido a la gran cantidad de sal y minerales que tiene, no habita ningún ser vivo; y cuando uno entra el cuerpo flota.
Queremos decir que este mar está rodeado de desierto; y su tamaño está reduciendo cada año. Por eso los hoteles y balnearios que le rodean están alejados; ya que cuando se construyeron estaban al lado y el paso del tiempo ha hecho que ya no se pueda acceder directamente. Para ello hay un transporte (una especie de tren llevado por un tractor) que te lleva a la propia orilla.
Conforme uno va llegando puede sentir ese olor un poco sulfuroso que impregna el aire. Uno baja del transporte y los nervios empiezan a aparecer. El mar está en frente y sabe que va vivir una experiencia única.
Caminamos por la arena con nuestras zapatillas de goma para andar por el agua (importante llevarlas porque el suelo del mar es como cristal debido a la gran concentración de sal y puede cortar), y cuando notas el primer contacto con el agua se lleva una sorpresa. El agua está ardiendo. Eso no impide que queramos vivir esa experiencia; la cual ocurre apenas unos segundos después cuando te dejas mecer por el agua sin ningún esfuerzo.
Es recomendable no estar más de 15 minutos en el primer baño y no tomar muchos seguidos. Informar que no se debe meter la cabeza en el agua y no es recomendable depilarse el día de antes porque el contacto del agua con la piel puede amargar la experiencia.
Solamente dejaros mecer por el agua y disfrutar de esa experiencia de ingravidez que produce y que es algo único. Al salir sentiréis en la piel que el agua tiene una textura oleosa muy peculiar. Eso hace que la piel se hidrate mucho.
También podéis acercaros a zonas donde haya lodo para untaros un poco, ya que tiene propiedades curativas e hidratantes muy beneficiosas. Luego en la zona tenéis duchas para limpiaros y poder llegar al balneario y al hotel sin nada de barro ni sal.
Sin lugar a dudas es una experiencia indispensable de hacer y vivir ya que es algo mágico y único. Hay la opción de hospedarse también en un hotel de la zona y poder aprovechar más tiempo el lugar y también otros tratamientos y spas. Pero si no tenéis hotel, podéis acceder pagando la entrada que depende del hotel o balneario que elijáis. Hay muchos por la zona.
Son dos lugares muy distintos, pero de gran interés y unidos en un mismo espacio. Dos lugares mágicos cada uno en su aspecto; qué hacen que uno sienta que está en una zona especial.Si quieres ver cómo fue nuestra experiencia en estos dos lugares podéis pulsar en el enlace de nuestro vídeo que tenemos en nuestro canal de YouTube.
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