En Europa hay varios lugares que destacan por su tradición chocolatera: Vevey en Suiza, Bayona en Francia, Astorga en España… En Bélgica, la cosa está más repartida, pero nadie discute que el chocolate belga está entre los más prestigiosos del mundo. ¡Y entre los más deliciosos!
Bruselas, cómo no, es una de las grandes referencias del cacao en Europa. Es uno de sus productos estrella, igualmente apreciado por los nativos y los visitantes. Cualquiera que pase más de seis horas en la ciudad tiene que probarlo. Debería estar entre las 7 cosas que hacer en Bruselas en 3 días seguro.
En este dulce texto te hablamos de la historia del chocolate en aquel país, de sus características principales y de dónde encontrarlo en Bruselas. ¡Decidir si el de Bélgica es o no el mejor chocolate del mundo ya es cosa tuya!
Que el chocolate llegó de América a Europa a través de España ya lo sabrás. En los Países Bajos, parte del Imperio español, conocieron el producto bastante pronto, allá por el siglo XVII, llegando por el puerto de Amberes. Pero no sería hasta mediados del XIX cuando su consumo, en líquido y en sólido, se popularice.
Serían los Meurisse, Jacques, Berwaerts y Neuhaus quienes comenzarían como pioneros a fabricar chocolate, a caballo entre la farmacia y la pastelería, como cobertura para las medicinas o bajo la forma de bombones y tabletas.
La conquista del Congo daría al país su principal fuente de materia prima, y la invención de la praline en 1912 por Jean Neuhaus Junior marcaría un hito fundamental. Desde entonces, Bélgica se ha convertido en uno de los mayores productores (y consumidores, 8 kilos anuales por cabeza) del mundo, y la calidad de su chocolate se mantiene incontestada.
¿Cómo se hace el chocolate en este país, qué tiene de especial? La personalidad del chocolate local se basa en tres principios:
Además, para que el producto final pueda considerarse legítimamente un verdadero “Chocolate de Bélgica”, todo el proceso de manufacturado debe realizarse en el país.
En Bélgica hay, esparcidos por todo el territorio, más de 500 maestros chocolateros y unas 2000 chocolaterías. Entre los productores más famosos de chocolate belga, buena parte tiene su cuartel general en Bruselas. Podemos mencionar Godiva, Côte d’Or, Neuhaus, Laurent Gerbaud, Pierre Marcolini…
Pero, con semejantes números, es evidente que la producción chocolatera del país no está, ni mucho menos, solamente en manos de unas pocas compañías (la mayoría de las cuales, con el tiempo, han pasado a formar parte de grandes multinacionales de la alimentación). Esa es seguramente la “marca de la casa” belga: los pequeños sobreviven, es más, proliferan.
Resulta tentador dejarse caer por alguna de estas chocolaterías alternativas… Déjate guiar por tu olfato y tu instinto. O, si no te fías de tu nariz, sigue leyendo, en el último apartado te damos algunas referencias.
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El chocolate belga está bueno, eso es indiscutible, aunque sea en un sólido bloque (que es como lo preferimos algunos). Pero, ya que hemos llegado hasta aquí, ¿por qué no probar lo que los hace diferentes?
Aunque la variedad tiende al infinito y en muchos casos podrás reconocer preparaciones universales, como la trufa, hay algunos bombones belgas muy característicos:
Una vez llegados a Bruselas, donde comer barato el alimento de los dioses se convierte en una prioridad en cuanto vemos las listas de precios. Hay muchas otras cosas que comer en Bruselas, pero no nos engañemos, preferiremos pasar una semana a base de patatas fritas para poder saborear estas delicias…
Hay cadenas de “marca blanca” (como esta, además convenientemente ubicada) donde puedes comprar buen chocolate a un gran precio. Pero si tienes una vena sibarita y quieres lo mejor de lo mejor, has de ir a alguno de los muchos establecimientos de las grandes casas. ¿Dónde encontrarlos? Tres opciones:
Ah, te prometimos más arriba darte algunas direcciones de chocolaterías artesanas de proporciones humanas. Con esta selección te pasearás por el mundo del chocolate de autor.
NO TE PUEDES PERDER: Si para ti el chocolate es Dios y tú su humilde siervo, has de peregrinar a Choco-story, el museo del cacao y el chocolate local.
¿Ya lo has vivido? Cuéntanos lo bueno que estaba ese bombón que te comiste en la Grand Place en un comentario…
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