Amigos Viajeros: @ale.trips

2/1/2020
Amigos viajeros
Si alguna vez te ha pasado que has perdido un vuelo, un tren o un autobús... te sentirás identificado/a con nuestra Amiga Viajera María Alejandra de @ale.trips . Pero... ¿Qué hubieses hecho si te pasa de noche y encima, en pocas horas, tienes una excursión que siempre has soñado hacer y que puede no llegues a tiempo para realizar?
Nuestros valientes amigos Alejandra y su marido Walter tomaron una decisión drástica pero efectiva, demostrándose a sí mismos que nada es imposible. ¡Muchas gracias por tu fantástico relato @ale.trips! Nos ha tenido en vilo hasta el final. Además, nos ha encantado tu hermosa reflexión al terminar.

CUANDO DECIMOS QUE NADA ES IMPOSIBLE....

Hola a todos, les contare una historia que es una anécdota real de uno de nuestros tantos viajes. Somos dos en el camino, Walter mi marido y compañero desde hace casi 25 años de casados y yo, que soy una optimista que cree que los NO existen solo si nosotros lo creemos y sentimos así.

Era agosto del año 2015 y estábamos en Lisboa concluyendo nuestra visita por esa ciudad que nos había sorprendido gratamente y que nos tenía encantados, tanto que nos relajamos más de la cuenta. Debíamos tomar un bus nocturno en el que pensábamos dormir esa noche (teníamos los billetes pagos desde hacía varios meses con la reserva de asientos) hacia Sevilla, donde llegábamos alrededor de las 6 de la mañana y de ahí directo al hotel en el que nos hospedaríamos con recepción 24 horas.

Lo más importante del relato era que en ese mismo día que arribamos a Sevilla, ya teníamos la reserva pagada de una excursión para llevarnos a conocer La Alhambra, (nos pasaban a buscar en combie por el hotel a las 8 horas) uno de los puntos más esperados de nuestro recorrido, todo cronometrado y bien tranquilos hasta que...

Siendo las 21,15 horas y con las valijas en la recepción del hotel de Lisboa, cerca de la peatonal del casco antiguo, nos encaminamos a cenar, ya que todo el día habíamos dicho que el bus salía a las 24 horas y la terminal por la que pasaba el transporte estaba a pocos minutos de allí. Entonces, elegimos una linda mesa del restaurante en el que almorzamos el día anterior degustando una riquísima langosta rellena, para cenar algo relajado, tranquilos.

Es así que hicimos el pedido y nos habían traído las bebidas, ya eran alrededor de las 21,50 y estábamos a punto de que nos trajeran los platos cuando a Walter se le ocurre mirar los billetes y me mira con cara de desesperación, qué???

El bus pasaba por la terminal de Lisboa a las 22 horas y seguía viaje hacia España. Corrí hacia el hotel para tomar las valijas y mi marido se quedó explicándole en español al mozo que era portugués que nos teníamos que ir y que nos cobrara lo que fuera porque confundimos el horario del bus. Tan desesperado lo vio que no le cobro nada y le dijo que se fuera tranquilo.

Cuando llego al hotel, ya habíamos pedido un taxi con el recepcionista muy amable que se puso a nuestro servicio llamando a la compañía de transporte para ver que podíamos hacer, entonces nos dijeron que el bus ya había pasado y que la próxima parada era a unos 130 kms de allí y que no podía parar en la ruta antes de eso.

¿Qué hubieran hecho?

No queríamos perder la visita a La Alhambra, que ya estaba paga y que además es con reserva. Nada nos aseguraba que después pudiéramos ir, ya no era un tema de plata a esa instancia, era que vivimos en Argentina, muy lejos como para decir que volvemos otro día y así perder esos lugares que queremos conocer y disfrutar.

Le preguntamos al taxista cuanto nos cobraba por llegar a la próxima parada pero no solo salía carísimo y en efectivo, sino que, además, nos dijo que era una parada en el medio de la ruta próximo a una estación de servicio y de madrugada. La verdad que nos dio temor que tampoco llegáramos.

Y si nos quedábamos en el medio de la noche en una ruta desolada a la espera de que se hiciera la mañana y ya sin posibilidad alguna de lograr nuestro objetivo... para eso nos quedábamos en Lisboa y viajábamos al otro día al mediodía perdiendo así un día entero de Sevilla y por supuesto, perdiendo de conocer La Alhambra.

El taxista entonces por unos pocos euros nos llevó al aeropuerto, decidimos alquilar un coche con GPS (esperábamos que hubiera alguna agencia de alquiler disponible y si la había) para largarnos a la ruta, 400 kms nos separaban de Sevilla y ya eran más de las 23 horas cuando conseguimos un vehículo a un precio de promoción por tres días, aunque lo teníamos que devolver en algún lugar de Portugal, eso lo pensaríamos después. Cargamos las valijas y cruzando los dedos salimos por Lisboa para llegar a España.

Walter manejo los primeros 200 kms y luego, café mediante, en una parada de estación de servicio, cambiamos para manejar yo. Así fue que lo hicimos. Cruzamos un micro que nos pareció que era el que habíamos perdido. La ruta tranquila y tipo autovía, super relajada y casi sin peaje, una maravilla.

Alrededor de las 5 de la mañana arribamos a una de las ciudades andaluzas más hermosas, cansados pero seguros de que podríamos cumplir con nuestro sueño de conocer la ciudad mora tal cual estaba planeado.

Buscamos un parking de los públicos cercano a nuestro hotel, próximo a la Catedral, (bendito GPS) y pudimos ingresar al hospedaje, nos permitieron dejar las valijas, asearnos y descansar en los sillones hasta que nos vino a buscar el joven de la agencia de turismo.

Felices, ese día, nos demostramos a nosotros mismos que bajar los brazos no nos conduce a ningún puerto. Que hay que intentar hasta el último momento y que si sale mal habrá que barajar y dar de nuevo.

¿Cómo sigue esta historia? Sencillo. Al tercer día nos acercamos a una villa turística portuguesa cercana a la frontera, donde nos había indicado el empleado de la agencia de rent a car en el aeropuerto. Allí había una sucursal de la agencia y devolvimos el auto. De paso, conocimos un lugar de playa super concurrido y muy bonito de Portugal. Un taxi nos llevó a una localidad española cercana por la que pasaba el tren que en poco nos dejó de regreso en Sevilla y entonces pudimos seguir recorriendo esa ciudad que nos había recibido llena de posibilidades y con los brazos abiertos.

Ya son muchos viajes, por distintos lugares del mundo. En el camino siempre nos encontramos con gente como el recepcionista de aquel hotel de Lisboa, el mozo del restaurante, el taxista, el empleado del rent a car, el conserje del hotel sevillano que nos recibió con gran calidez... Todos esos seres que nos ayudaron, que desearon que nos fuera bien. Agradecer y ser agradecidos cada día es lo que nos hace afortunados y lo que nos permite seguir con alegría.

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