¿Has visto esos pequeños (y no tan pequeños) montículos de cantos rodados que se ven en las playas, caminos y espacios naturales en casi cualquier parte del mundo? Seguro que sí. ¿Te has fijado cómo proliferan? Si eres de los que los hacen, esto te concierne: hablamos de la iniciativa “Pasa sin huella”.
Voy a ver si consigo no ponerme demasiado amargo, doctrinario y “te lo dije” en este artículo, aunque no me va a resultar fácil; porque cuando uno encuentra sus mismas ideas en boca de otros (con más conocimientos y autoridad moral que uno, además), tiende a adoptar esa actitud.
Para que quede claro desde un principio y no resultar pesado, vamos a decirlo solamente una vez. No es buena idea hacer esos túmulos de piedra. A continuación te contamos por qué.
Empecemos, como siempre, por el principio. Parece que esto de los montones de piedra en equilibrio se le ocurrió (túmulos prehistóricos aparte) a los participantes en la Convergencia Armónica de 1987, un encuentro new age de meditación sincronizada colectiva.
Como me he propuesto no enfadarme con nadie, puede decirse que (como con tantas cosas) la idea se ha popularizado, extendido y pervertido hasta convertirse en una práctica turística habitual, normalmente como fondo del selfie de turno.
Ya sabemos que el turismo tiene un lado oscuro. Y el turismo de masas, por lo menos dos lados oscuros. Una pequeña montañita de piedras en medio de la nada puede hasta tener su gracia. Miles y miles de estos amontonamientos no generan solamente un enorme impacto visual; también producen daños en el medioambiente.
Contra ese impulso (natural, por otro lado) de querer dar la nota y dejar constancia de nuestra presencia (como el “Pepito estuvo aquí” de toda la vida), surge la iniciativa de la Fundación Telesforo Bravo-Juan Coelho bautizada “Pasa sin huella”.
El caso es que esta práctica ha proliferado hasta la niveles peligrosos. Alarmados por su impacto en la ecología y los paisajes canarios, muchas voces se han sumado a la de la Fundación en el manifiesto “Pasa sin Huella”, del que se han hecho eco los medios de la prensa escrita, la radio y la televisión.
El argumento fundamental de la iniciativa “Pasa sin huella” es ecológico: el movimiento masivo de elementos de un ecosistema determinado, en este caso playas principalmente, desequilibra y daña dicho ecosistema. Simplificando, la arena se desplaza, las plantas no enraízan y los bichos no tienen donde meterse.
Hay también un profundo impacto paisajístico, porque dichas prácticas (y en Canarias tenemos muchos ejemplos de círculos de piedra y “neotagoros”) modifican espacios frecuentemente protegidos precisamente por ser lugares únicos por cuestiones naturales o culturales.
No nos vamos a poner muy filosóficos, ni falta que hace. Sólo hay que pensar en lo que solemos buscar cuando viajamos: una experiencia diferente, la diversidad que ofrece lo único. ¿No es mejor (y más lógico) encontrar cosas distintas en Islandia, Tailandia o, por qué no, Canarias?
Pues vamos a evitar repetir las mismas conductas una y otra vez, una y otra vez, sólo porque lo hemos visto y requetevisto en las redes sociales.
Personalmente no soy muy de campañas virales y demás historias parecidas, pero si quieres sumarte y dar tu apoyo a la iniciativa, #pasasinhuella es el hashtag de cabecera.
En realidad, creo que tendría más efecto abstenerse de hacer este tipo de intervenciones, desmontarlas allá donde se encuentran (es muy terapéutico…) y, si encuentras a alguien in fraganti, explicarle por qué no debe hacerlo.
Eso último puede resultar espinoso, no vamos a negarlo; lo viví personalmente hace seis o siete años. A la gente no le gusta que le digan lo que puede o no puede hacer, sobre todo si es un gesto aparentemente inocente y hasta creativo, espiritual y colectivo.
Y no lo es. No es creativo, porque es una imitación; no es espiritual, porque se basa en la transformación física; y no es colectivo, porque no es una suma, sino la repetición inconexa de actos individuales.
Y, además, no es inocente. Inconsciente, puede ser, pero no inocente, porque tiene un efecto ambiental y paisajístico dañino. Y lo tiene en espacios que con frecuencia hemos ido a visitar por lo que estamos contribuyendo a dañar. Las paradojas molan, pero sobre el papel.
Así que, si queremos apilar algo, podemos apilar toda la basura que hay en casi cualquier sitio en bolsas y luego apilar esas bolsas en los lugares adecuados. Y ya puestos, si no generamos tanto desperdicio o aprendemos a reutilizarlo, mejor. Pero eso ya es otra historia…
En Tubillete nos esforzamos para que tu experiencia viajera en Canarias y en cualquier parte del mundo sea lo mejor posible. Nos gustaría conocer tu punto de vista al respecto, puedes dejarnos un comentario aquí debajo o contactar con nosotros.
Si buscas ayuda profesional para organizar tu próximo viaje, cuenta con nosotros para diseñar un viaje a medida y conseguir vuelos, hoteles, traslados o excursiones con una gran relación calidad-precio. Sólo tienes que llamarnos al teléfono 922 15 12 51 o enviarnos un correo electrónico a blog@tubillete.com.