En mi objetivo de conocer el mundo entero, no me olvido de lo que tenemos cerca. Es verdad que ahora que soy joven, no tengo hijos y viajar de mochilera me parece divertido, estoy aprovechando para intentar visitar destinos que supongo que, de aquí unos años, se me harán más cuesta arriba (o eso me han dicho, yo lo pongo en duda).
Y toda esta introducción es solo para deciros que ya he podido conocer 3 Islas Canarias: Tenerife, Lanzarote y Gran Canaria; y que, aunque bien todas merecen una visita, la que realmente me ha enamorado ha sido Lanzarote. Antes de que me preguntéis: “¿y Eva, eso por qué?” os dejo aquí algunos motivos por los que ya tardáis en reservar unos billetes hacia esta maravillosa isla:
Si es la primera vez que oyes hablar de este escultor no te preocupes: será lo primero que conozcas al llegar a la Isla (hasta el aeropuerto tiene su nombre). Este artista español desarrolló toda su obra alrededor de la naturaleza canaria. Quiso integrar arquitectura con medio ambiente y de este experimento surgieron obras como los Jameos del Agua, el mirador del rio o el Jardín del Cactus. Todo paradas obligatorias de la isla que te harán entender porque los lanzaroteños admiran a este artista con tanta pasión.
Lo reconozco, esta había sido mi queja en las visitas anteriores a las islas del Atlántico. Yo soy de aguas turquesas y arenas blancas. Mareas tranquilas y claros fondos marinos. Y en Lanzarote, encontré playas así. La famosa playa del Papagayo o Playa Blanca son espectaculares. Si puedes, no te pierdas la puesta de sol allí: es alucinante.
Y no, no exagero: visitar el Parque del Timanfaya es lo más cerca que he estado de pisar la Luna. Los volcanes de esta zona estuvieron activos hasta el siglo XIX, lo que sea uno de los más valiosos de nuestro país que a día de hoy se sigue estudiando. Actualmente la tierra todavía produce calor por lo que el restaurante del parque hace la comida a la brasa directamente con las piedras del parque. ¿Es espectacular o no?
Llamadme inculta pero las zonas vinícolas españolas que yo conocía eran La Rioja y el Penedès. Así que descubrir que el vino de Lanzarote está considerado Patrimonio Nacional fue toda una sorpresa, especialmente cuando fui a visitar los viñedos y vimos que estaban plantados en tierra volcánica. La zona dónde encontraréis esto es La Geria, con varios viñedos que podréis visitar y donde hacer catas. Si os acercáis a la zona, no olvidéis pasear por Yaiza, un pequeño pueblo donde el blanco de las casas, el negro de la tierra y el verde de los cactus hace una composición digna de ver.
De media llueve 16 días al año (debo confesar que uno me pilló a mí) pero las posibilidades de que puedas pasar unos días de disfrute y tranquilidad en la playa son altísimas. Esto te permitirá conocer la isla vecina de La Graciosa (tan pequeña que ni circulan coches), la zona de playas del norte y acabar los días en las terrazas de la zona de Arrecife.
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